BOTES DE PINTURA
"1991"
83 x 10,5 x 12
acrílico / esmalte, bote de pintura.
2014 ©VEGAP
"1994"
95 x 10,5 x 12
acrílico / esmalte, bote de pintura.
2014 ©VEGAP
"2001"
124 x 10,5 x 12
acrílico / esmalte, bote de pintura.
2014 ©VEGAP
ROJO BOTE DE PINTURA
El trabajar con botes de pintura, es a su vez pintar con
lo que se pinta. No trato de jugar con las palabras. El asunto es que las
palabras se meten en la pintura y yo no puedo dejar de pintar palabras. Lo
llamaría algo así como, la pintura habla. Y es el mejor momento para que la
pintura diga lo que tiene que decir. La pintura sale de los botes pero a su vez
regresa a ellos. Parece que no quiere abandonar su lugar de reposo. Está
aletargada en el bote y cuando sale se paraliza en su proceso de derramarse.
Como las estalactitas de las cuevas que llevan millones de años goteando sin
parar. Y no obstante en su quietud demuestran crecimiento. Así es la pintura,
que cae lentamente y como la gota china va horadando-pintando el lienzo en un
sin cesar.
Todo
comienza con la resistencia. Primero la de abrir el bote, después la de salirse
con la suya. Porque la pintura siempre se sale de madre. Y quizás esa madre es
la lata que la abriga. Que la acoge en su interior. Cuesta abrir el bote, pero
una vez destapado se puede ver la potencia de su materia. Pero cuidado con
descubrir, si se abre la caja de los truenos ya nunca dejarán de sonar. Y
pintar es oír voces. Voces internas que no cesan de cantarte, de susurrarte al
oído. Como esas canciones que se te meten dentro del cerebro y no paran de
sonar y sonar, en un bucle sin fin. Así es la pintura, incesante. Intentas
dormir, pensar en otra cosa, pero no es posible. Te taladra constantemente. No
hay calma. No hay descanso. A lo mejor, te lo piensas bien y decides no
destapar el bote. Preferiría no hacerlo, te dices a ti mismo en un arrebato de
incertidumbre. Y volvemos a la resistencia. Esta vez, a resistirnos a la
tentación de abrir o no la lata de pintura. Pero en un esfuerzo de valentía,
abrimos ese bote que contiene la madre. Ahora, la pintura se sale con la suya.
Yo lo avisé. Va a ser difícil que la
retengamos o la usemos a nuestro antojo. No se deja manipular fácilmente. Para
pararla vamos a necesitar muchos trucos, y algo más que magia. Hay que
entenderla. Conocer bien sus laberintos.
Ikella Alonso
© De los textos sus autores.
© De las imágenes sus autores.
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