2014 - 2017

BOTES DE PINTURA





"1991"  
83 x 10,5 x 12  
acrílico / esmalte, bote de pintura. 
2014  ©VEGAP





"1994"  
95 x 10,5 x 12  
acrílico / esmalte, bote de pintura. 
2014  ©VEGAP





"2001"  
124 x 10,5 x 12  
acrílico / esmalte, bote de pintura. 
2014  ©VEGAP
























ROJO   BOTE  DE   PINTURA

El trabajar con botes de pintura, es a su vez pintar con lo que se pinta. No trato de jugar con las palabras. El asunto es que las palabras se meten en la pintura y yo no puedo dejar de pintar palabras. Lo llamaría algo así como, la pintura habla. Y es el mejor momento para que la pintura diga lo que tiene que decir. La pintura sale de los botes pero a su vez regresa a ellos. Parece que no quiere abandonar su lugar de reposo. Está aletargada en el bote y cuando sale se paraliza en su proceso de derramarse. Como las estalactitas de las cuevas que llevan millones de años goteando sin parar. Y no obstante en su quietud demuestran crecimiento. Así es la pintura, que cae lentamente y como la gota china va horadando-pintando el lienzo en un sin cesar.

Todo comienza con la resistencia. Primero la de abrir el bote, después la de salirse con la suya. Porque la pintura siempre se sale de madre. Y quizás esa madre es la lata que la abriga. Que la acoge en su interior. Cuesta abrir el bote, pero una vez destapado se puede ver la potencia de su materia. Pero cuidado con descubrir, si se abre la caja de los truenos ya nunca dejarán de sonar. Y pintar es oír voces. Voces internas que no cesan de cantarte, de susurrarte al oído. Como esas canciones que se te meten dentro del cerebro y no paran de sonar y sonar, en un bucle sin fin. Así es la pintura, incesante. Intentas dormir, pensar en otra cosa, pero no es posible. Te taladra constantemente. No hay calma. No hay descanso. A lo mejor, te lo piensas bien y decides no destapar el bote. Preferiría no hacerlo, te dices a ti mismo en un arrebato de incertidumbre. Y volvemos a la resistencia. Esta vez, a resistirnos a la tentación de abrir o no la lata de pintura. Pero en un esfuerzo de valentía, abrimos ese bote que contiene la madre. Ahora, la pintura se sale con la suya. Yo lo avisé.  Va a ser difícil que la retengamos o la usemos a nuestro antojo. No se deja manipular fácilmente. Para pararla vamos a necesitar muchos trucos, y algo más que magia. Hay que entenderla. Conocer bien sus laberintos.

Ikella Alonso





© De los textos sus autores.

© De las imágenes sus autores.

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