sábado, 5 de diciembre de 2020

 


    Tenemos el placer de invitaros a la nueva temporada de La Empírica, que inauguramos con la exposición colectiva

PINTURA-PINTURA-PINTURA

Una exposición que pretende ser una reivindicación de la Pintura y su incuestionable lugar en el arte actual. En ella podemos contemplar la obra de seis artistas, cuyo trabajo excepcional nos ofrece seis visiones distintas y personales de este Arte.


MARÍA ACUYO      IKELLA ALONSO      RICARDO GARCÍA

ÁNGEL MONTERO      JOAQUÍN PEÑA-TORO      MANUEL VELA


Inauguración jueves 15 de octubre de 2020, a las 20:00 h.

(Mantenga la distancia interpersonal de 1,5 metros. El uso de mascarilla es obligatorio. Use el gel hidroalcohólico que tiene a su disposición. Aforo máximo 13 personas).

Abrimos jueves y viernes, de 19:30 a 21:30 h.,
del 15 de octubre al 18 de diciembre de 2020.

Tres eran tres, los tres cerditos. Tres eran tres, las Tres Virtudes. Como tres eran las Bellas Artes Visuales tradicionales: la Arquitectura, la Escultura y la Pintura.

Pero resulta que en los últimos tiempos se vaticinó la muerte de ésta última.

La Arquitectura nunca sufrió esta sentencia; es demasiado útil. Mientras necesitemos cobijo y espacio para ser, seguirá existiendo.

La Escultura tampoco vio amenazada su existencia. ¿Qué manifestación artística podría disputarle su reinado en el 3D, en su real realidad de objeto real?

Pero la Pintura, ¡ay! se vio relegada, ya desde el último tercio del S.XX, al papel de personaje moribundo, incapaz de reflejar las nuevas necesidades y sensibilidades de la contemporánea era.

Vayamos por partes.

A finales del S. XIX la aparición de la fotografía asestó un duro golpe a la pintura. ¿Qué necesidad había de representar tediosa y manualmente la realidad cuando la luz que entra dentro de una caja lo hace de manera perfecta e instantánea?

La pintura respondió al envite sacándose de la chistera un estilo que se llama impresionismo y que capta la luz y el instante de una manera que la fotografía nunca pudo soñar.

Y, consciente de su nuevo poder, ya sin freno, se dedicó a trascender los límites de la realidad visible para explorar el resto de las realidades.

Esta búsqueda se conoce como Las Vanguardias. Y fue la pintura el motor de la nueva máquina creativa, al igual que lo había sido en el Renacimiento, cuando se redescubrió el manejo de la perspectiva.

Porque…ya es el momento de decirlo…la pintura es la más libre de todas las artes visuales, desde el punto de vista de que es la menos necesitada de herramientas, de complejas maquinarias ni de grandes equipos humanos. La más directa, la más rápida, quizás la más intuitiva.

Construir un edificio, tallar un pedrusco, realizar una película, imprimir o proyectar una idea…requieren ingentes recursos materiales, técnicos, monetarios.

Para pintar basta un dedo y algo de pigmento.

Entonces… ¿qué pasó en los años 70?

El arte conceptual y sus derivados (arte de acción, arte del objeto, nuevos conceptos de exhibición, arte efímero…) pretendieron definir a la pintura como apolillado arte, como producto de una concepción barnizada e inmovilista del mundo y de las ideas.

La pintura respondió, allá en los 80, con un arte salvaje, neoexpresionista, pasional, alejado de frialdades conceptuales, de desiertos tautológicos, de matemáticas disecciones, de perezas metodológicas. Se reivindicó frente a las búsquedas en basureros de objetos artísticos, frente a las presentaciones de cachivaches como si fueran Capillas Sixtinas de la Nueva Era, de pedrolos filosofales abanderados del nuevo arte.

El último limón en la frente a la pintura (en este caso, a muchos más ámbitos de la cultura y de la sociedad como tal) proviene del tsunami virtual. El desembarco digital, que empequeñece al de Lombardía, implica, entre otros muchos dislates, la negación de lo pictórico. De lo meditado, de lo mil veces ejercitado. De la íntima conexión entre el alma y la mano y el color y la tela.

La omnipotencia del holograma y la facilidad de utilización de herramientas virtuales, parecen desbancar a la antigua y enorme disciplina de mezclar colores para crear universos.

Pero he aquí que la Pintura, desde la altura que le proporciona su propio tiempo, desde su compleja sencillez, continúa aprovechando el don que le otorga su naturaleza: esa libertad creativa que permite que se reinvente en todo momento, tanto a nivel estilístico como temático.

Es imposible acabar con el misterio que proporciona el encuentro, repleto de potencia, con el lienzo en blanco listo para transformarse en una nueva faceta de la realidad”.

Ángel Montero

No hay comentarios:

Publicar un comentario